miércoles, 16 de enero de 2019

CONVERSANDO DE YOGA TERAPÈUTICO con VICTOR MORERA

PREGUNTA: ¿Qué es el yoga terapéutico?
VICTOR MORERA: El yoga terapéutico es una relación individual. En su origen, el yoga nació en una relación maestro-estudiante. Existe una afirmación que dice que el yoga se adapta al alumno, no el alumno al yoga. En este sentido, el yoga terapéutico se adapta al estudiante. Las características de cada alumno son únicas respecto a edad, trabajo, condiciones físicas, objetivos, necesidades específicas. El yoga terapéutico lo tiene en cuenta y diseña la práctica más adecuada para esa persona en concreto, para satisfacer sus objetivos.

PREGUNTA: ¿Cómo se evidencia esa relación docente-estudiante?
VICTOR MORERA: La atención es individualizada. Es decir, quien enseña tiene tiempo para observar y conocer al alumno e indicarle que realice los movimientos de una determinada manera. Cuando hablamos de āsana, prāṇāyāma o cualquiera de las herramientas posibles de yoga, la clave reside no tanto en qué se hace sino en cómo se hace.
Una persona puede realizar una postura o una propuesta de control de la respiración muy correctamente, pero puede que haga gestos inconscientes que le crean tensión. En este sentido, el yogaterapeuta es quien le ayuda a ser consciente de esas tensiones y le facilita y enseña los medios para no forzar y tensar. Le indica los puntos a regular o los soportes que puede utilizar para lograr hacer la postura o el tipo de respiración, cumpliendo la función que tiene y no buscando tanto una forma externa.

 V. Morera enseñando - Dirige la escuela Pranamanas Yoga

PREGUNTA: ¿Qué puede tratarse con el yoga terapéutico?
VICTOR MORERA: La primera cuestión no es qué se puede tratar, porque no concebimos la enfermedad aislada. En primer lugar, el yogaterapeuta se enfoca en la persona. En segundo lugar, el yoga se enfoca en la salud, no en combatir la enfermedad. En tercer lugar, la visión que tiene el yoga del ser humano y, por tanto, también de la enfermedad, tiene su contexto concreto.

PREGUNTA: Y, ¿cuál ese contexto?
VICTOR MORERA: El ser humano está constituido por un cuerpo físico, un cuerpo energético, un cuerpo mental, un cuerpo espiritual y vive inmerso en un medio familiar, social, cultural y ambiental. Todo esto es el ser humano. Por tanto, cuando le sucede algo a una persona, que llamamos enfermedad, le está sucediendo -de alguna manera- a todos sus constituyentes. Para tratar algo físico debe tratarse el aspecto energético. Para trabajar lo energético, hemos de entender cómo funciona la energía en el ser humano: entender cómo circula el prāṇa en el cuerpo, entender la influencia que tiene el gesto en relación con nosotros mismos, con nuestra psique y en el contexto que se manifiesta.

PREGUNTA: El concepto de salud, por tanto, es diferente al que estamos habituados…
VICTOR MORERAExacto. Lo que aporta esta visión holística del ser humano es que cuando hay un desajuste -que llamamos enfermedad-, en realidad puede que haya un problema de circulación de la energía, un problema mental, o incluso un problema de ámbito espiritual o de conciencia. El yoga sólo se comprende a través del yoga.

El arte que desarrollamos -y por eso es importante la relación entre el yogaterapeuta y el alumno- es el campo de la observación, conocer al alumno para detectar dónde se produce la mayor fricción, lo que obstaculiza el proceso de recuperación de la salud. Aprendemos a observar y escuchar, proceso básico para todo profesor de yoga y sobre todo para un yogaterapeuta. El arte de la observación es el arte de reverberación interior del otro, de llevar al otro a tu interior y en tu interior.

PREGUNTA: Y, ¿qué conclusiones habéis extraído los yogaterapeutas observando desde esa concepción del ser humano?
VICTOR MORERA: Que actualmente los hábitos inadecuados producen gran parte de nuestros problemas de salud. La práctica del yoga no lucha contra la enfermedad sino que busca que se generen cambios en los hábitos de las personas. Es decir, otorga conciencia. Las consecuencias de esos hábitos inadecuados se reducen, porque la práctica sirve para percibir los resultados en tu cuerpo cuando la mente se empieza a centrar, cuando la respiración se empieza a ampliar, cuando te paras todos los días un tiempo determinado para centrarte en tu persona y decirte que te quieres y que aceptas el momento que estás viviendo. Es decir, se trata de introducir pequeños cambios en la vida de una persona que, a largo plazo, con la repetición, generan grandes cambios.

PREGUNTA: ¿Y así sanan las enfermedades, dolores o molestias?
VICTOR MORERA: Sí. El yoga terapéutico no trata de arremeter contra la enfermedad. No trata de averiguar las posturas que liberan un dolor lumbar, por ejemplo. Más que centrarse únicamente en la manifestación del síntoma, potencia la salud de la persona que inicia un proceso de autosanación, dándole herramientas para que entienda que el dolor lumbar no está separado del conjunto que forma su existencia. Si queremos liberar el dolor lumbar, mostramos a esa persona cómo se hace daño. Porque el dolor lumbar no es más que una estrategia que avisa que hay algo en el cuerpo que no está en armonía. En el fondo, cualquier práctica de yoga lo que busca es producir armonía, armonía entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.

PREGUNTA: ¿Cuáles son los resultados clínicos de las prácticas que proponéis?
VICTOR MORERA: Yo llevo muchos años ejerciendo consultas de osteopatía, sintergética y otras terapias, pero la yogaterapia añade el componente de educar en salud, de educar la autogestión de la salud y eso, con el tiempo, es lo que más mantiene el bienestar de las personas. En este sentido, la yogaterapia y el yoga en general reducen la dependencia de lo exterior sin excluirlo.

Existen muchos estudios sobre los efectos en la salud de prácticas para conseguir calmar la mente, tener un corazón amoroso, coherencia cardíaca, aumentar la flexibilidad y reducir la tensión en el cuerpo, mejorar la vitalidad del cuerpo a través de la respiración. El yoga consigue todos esos efectos, que redundan en la salud general.


PREGUNTA: Y, ¿por qué la yogaterapia es tan radicalmente sanadora?
VICTOR MORERA: Porque posee algo único y poderoso: la actitud de la persona que acude al yogaterapeuta es la de querer hacer algo por su salud. La persona que acude a una consulta de osteopatía o de fisioterapia, o cualquier otra técnica, va a ser paciente, a recibir pasivamente algo de fuera. En yogaterapia la persona participa de forma activa en su salud, es agente de salud. Lo que quiere es que le enseñemos una práctica para mejorar su salud. Es un cambio de paradigma: se trata de personas que nos dicen: “Enséñame a descubrir por qué me duele, para empezar a cambiar.”

Pero puede ser que, a pesar de eso, no solucione todas las enfermedades. Hemos de asumir que hay personas que pueden estar profundamente enfermas sin tener síntomas y hay personas que pueden estar profundamente sanas con síntomas. Porque si consideramos que salud es la ausencia de síntomas, colocamos a los analgésicos como los reyes del proceso de salud. Como no le duele nada, todo le funciona muy bien y está sano.


PREGUNTA: De nuevo, reaparece un concepto de salud más completo…
VICTOR MORERA: Sí. Y es la base de la efectividad de los resultados. El yoga concibe la salud desde otro lugar. Lo que busca el yoga es que podamos observar aquello que nos sucede con cierta calma y cierta ecuanimidad, que lo que nos ocurre sea significativo para nosotros. Doler nos puede doler, pero evitamos sufrir.

Los efectos clínicos, por tanto, no se miden en función del dolor que eliminan o reducen, sino con el ejercicio de hábitos sanos que generan una vida más sana, lo cual tiene sus efectos en múltiples parámetros de la salud (calidad de sueño, digestión, evacuación, vida sexual, relaciones, hábitos de actividad y descanso, etc).


PREGUNTA: ¿Qué se le pide al consultante en un proceso de yogaterapia?
VICTOR MORERA: Para que el proceso sea eficaz, nosotros aconsejamos una propuesta de compromiso de cuatro sesiones. La primera es para conocer a la persona y elaborar la práctica. La segunda -al cabo de unos días, el tiempo suficiente para que la persona haya aprendido su práctica- vemos cómo practica, eso es fundamental. La persona cree que lo ha entendido, ve los dibujos que le hemos diseñado, incluso puede tener un audio de la práctica, pero puede que lo esté haciendo de forma diferente a lo que nosotros proponíamos.

Una vez ajustada la práctica, le proponemos una tercera sesión a los quince días. Son quince días de compromiso de realizar su práctica. En esa sesión nos cuenta lo que ha sentido. En esa sesión podemos ajustar, perfilar y matizar. A veces se introducen pequeños cambios, a veces se profundiza más en un aspecto. En ocasiones observamos algo e incidimos en lo que hemos observado en ese momento. Porque es un proceso vivo de conocer a la persona que tenemos delante.

La cuarta sesión es al cabo de un mes. Es decir, en dos meses hemos visto cuatro o cinco veces a la persona que acude a consulta. En esa sesión se comprueba que se ha alcanzado el objetivo propuesto en el diseño de la serie terapéutica y, a partir de ahí, la persona puede continuar con otros objetivos y creando un nuevo proceso o acudir cada 15 días o cada mes a revisar su práctica para la evolución de la misma y a compartir sus experiencias.

Ése es el modelo. Lo fundamental es que la persona se comprometa a recorrer el proceso, ya que si no practica no podemos valorarlo.


PREGUNTA: Y, la pregunta de oro, ¿cuánto tiempo y energía diaria ha de invertir una persona en ese proceso?
VICTOR MORERA: Nuestro reto es averiguar cómo la práctica ha de ser eficaz en veinte minutos. Decimos veinte minutos porque todo el mundo puede dedicar veinte minutos de su vida a una práctica. Si proponemos una práctica de una hora, no todas las personas la practican, a no ser que tengan muy establecida la disciplina del autocuidado en su vida. A veces incluso veinte minutos les parece demasiado.

Como se evidencia, no incidimos en la cantidad, sino en la calidad. Además, creemos que lo efectivo es la repetición, la constancia, el gota a gota de crear un nuevo hábito de salud. Poco muchas veces, es más efectivo que mucho pero sólo una vez a la semana. Menos es más.

El desafío del yogaterapeuta es que en esos veinte minutos destila la esencia de aquello que moviliza la salud de esa persona. Ése es el arte en el que los yogaterapeutas nos especializamos y que quienes nos dedicamos a la docencia transmitimos en nuestras formaciones.



Fuente: entrevista realizada por Arànzazu Corrales para "Yoga en Red".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.