viernes, 10 de julio de 2020

EL MISTERIO DE LA MEDITACIÓN por Dinu Roman - parte 1

ANTES DE EMPEZAR

La mayoría de las personas pueden efectuar con éxito ejercicios aeróbicos o de entrenamiento muscular sin saber nada de anatomía o sin comprender en absoluto lo que están haciendo o porqué. Desgraciadamente (o, quizás, afortunadamente), esto no es así con respecto al yoga y la meditación. Sin saber exactamente la naturaleza de estos procesos es imposible realizarlos adecuadamente y, por tanto, la meditación puede no ser correcta. 

La meditación es la práctica más elevada del yoga (¡esto no quiere decir que sea difícil!). Realmente, muy pocas personas pueden meditar debido principalmente a dos razones:           
- Muy pocas personas saben lo que es exactamente la meditación.                                                   
- Menos aún tienen la suficiente voluntad para practicar (falta de motivación) 

No todo el que permanece quieto con los ojos cerrados esta meditando. La meditación es una ciencia delicada y no puede practicarse en completa ignorancia. Solo quienes la estudian con una seria motivación interior pueden practicarla con éxito. 

Hay que tener presente que la meditación, especialmente en las primeras etapas, debe tener un objeto. Sin objeto sobre el que meditar no hay meditación. El objeto de meditación más simple es un objeto físico (un punto, un dibujo geométrico, una bola, etc.). En etapas más avanzadas los objetos de meditación se vuelven más sutiles:                                                             
- imágenes mentales creadas a voluntad
- una afirmación
- un problema que precisa solución
- un sentimiento
- un pensamiento
- una idea
- una energía sutil
- un estado de conciencia, etc.
En este caso, la palabra “objeto” se refiere a cualquiera de éstos ejemplos. 

Aquí hay que destacar que el sujeto debe percibir muy bien el objeto de meditación. En otras palabras, el objeto debe poseer una realidad objetiva o subjetiva clara. Una idea definida con vaguedad no puede funcionar como objeto de meditación. El sujeto (el practicante de la meditación) debe ser capaz de “apoderarse” de una de las principales características del objeto, al menos, si no de todas ellas. 

ETAPAS DE LA MEDITACIÓN 

La perenne sabiduría tradicional nos enseña que para entrar en el estado de meditación hay que seguir ciertos pasos definidos. Nadie puede entrar en meditación sin seguir estos pasos. 
Las etapas son:                                                                                                                               
Dharana - concentración mental                                                                                                  
Dhyana - meditación                                                                                                                   
Samadhiidentificación gozosa 

En la Tradición Occidental estas tres etapas se denominan “consideratio” (consideración), “contemplatio” (contemplación) y “raptus” (rapto).                                                                     
Cada etapa, una vez dominada, conduce de forma natural hacia la siguiente.


DHARANA - CONCENTRACIÓN MENTAL  

La mente puede escoger                                                                                                                           
La mente humana recibe información del mundo exterior continuamente, a través de las cinco “puertas” de los sentidos: olfato, gusto, vista, oído y tacto. En un momento determinado, de toda la información recibida a través de un sentido concreto, la mente puede seleccionar solo aquello que sea de su interés. Esta selección se realiza concentrando la atención sobre una información concreta e ignorando otros datos no relevantes. 

Cuanto más se concentre la atención sobre un sentido concreto, más aumentará la cantidad de información recibida a través de ese sentido, y la información que venga a través de los otros sentidos se volverá “menos importante” e incluso será completamente ignorada por la mente. 
Una característica especial de la mente humana es la capacidad de concentrar la atención sobre el mundo interior de sentimientos, pensamientos e ideas. Más aún, la mente humana puede concentrarse incluso sobre el sí mismo esencial —este hecho es de una importancia fundamental porque crea la posibilidad de controlar la mente. 

Esta facultad de la mente humana de modificar a voluntad la orientación de la atención consciente es el mecanismo básico de la concentración mental (dharana). 

Definiendo el concepto                                                                                                     
“Concentrarse” significa reunir en el centro, recoger, centrar. La concentración mental (dharana) quiere decir concentrar la mente sobre un objeto único sin permitir (a la mente) que se fije en otro objeto durante un determinado periodo de tiempo. El opuesto de la concentración es la dispersión, el esparcimiento. En este caso, la mente descontrolada salta de un objeto a otro sin fijarse en nada. Por desgracia, hoy en día, esta es la condición mental de la mayoría de las personas.
 
La teoría de la percepción del yoga                                                                                              
Cuando se percibe un objeto externo (artha), la mente “adopta la forma” de ese objeto. Esto se denomina vritti

La mente como vritti es, por tanto, una representación interna del objeto externo. El objeto inicial se denomina “objeto grosero” y la impresión mental es el “objeto sutil”. Pero además del objeto sutil, hay otro aspecto de la mente que es “lo que percibe”. 

Por tanto, la mente tiene dos aspectos: vritti (lo conocido) y el perceptor (lo que conoce). 

Puesto que la mente es así “transformada” en la forma del objeto percibido, la mente que medita en una Deidad, por ejemplo, se transforma con el tiempo y a través de la concentración continuada en algo similar a esa Deidad; se vuelve tan pura y poderosa como esa Deidad. Este es el principio fundamental de la adoración. 

La mente es movimiento                                                                                               
“Dharana” quiere decir “sujetar la mente”. La Sabiduría Intemporal considera que “la mente”, tal como la conocemos, es solo un flujo perpetuo de patrones mentales (vrittis), de acuerdo a ciertas leyes concretas. El tren de patrones psíquicos tiene una contracorriente de emociones, reforzada por la correspondientes respuestas fisiológicas. 

Ciertamente, la mente es movimiento. La mente es como el viento: el viento es aire en movimiento; cuando este movimiento se detiene, el aire aún esta ahí, pero el viento desaparece. El producto mental que permanece cuando los patrones psíquicos (vrittis) se detienen es lo que se denomina citta. Cuando los patrones psíquicos (vrittis) se detienen, la mente desaparece: se entra en un estado de no-mente. No-mente (que significa en realidad “más allá de la mente”) es el estado más elevado de creatividad e intuición espiritual. 

Patañjali define el yoga como sigue: yoga (es) citta vritti nirodha.                                  
Yoga Sutra, I.21 

Es decir, yoga es la detención gradual (nirodha) de los vrittis (patrones mentales) de citta

Este sutra contiene toda la esencia del yoga y el secreto de la concentración mental. 

Quizás, la ignorancia y los prejuicios pueden hacerte creer que no puedes concentrar la mente. ¡Esto no es cierto! Todo el mundo puede concentrarse, incluso profundamente, sobre un objeto que sea realmente interesante para esa persona. 

La cuestión es: ¿este tipo de concentración es la concentración del yoga? Incluso aunque pueda proporcionarte valiosas pistas sobre el estado real de dharana (concentración mental), esto no es lo que en yoga se entiende por concentración.

Centramiento intencional                                                                                                            
Dharana significa ser capaz de centrar la mente a voluntad y mantenerla centrada durante largos periodos de tiempo sobre un objeto, incluso si tal objeto no despierta de forma natural nuestra curiosidad. 

¡No forzar!
Para entrenarse uno mismo en dharana, la regla más importante es: no forzarla mente a permanecer centrada. La mente es como un mono loco: cuanto más se intenta calmarlo por la fuerza y hacer que permanezca en un lugar concreto, más se resistirá a ello, haciendo exactamente lo opuesto: saltar incluso más locamente de un lugar a otro. Por tanto, hay que empezar a centrar la mente sobre el objeto escogido con mucha suavidad y cuando salte a otro objeto sencillamente hacerla regresar calmada y pacientemente, con humor y compasión por la falta de disciplina. Si surge la ira provocada por este salto mental continuo, solo aumentará la tendencia de la mente hacia la dispersión. 

El estado ideal                                                                                                                                            
La concentración mental perfecta implica enfocar completamente todo el potencial de la atención —sin utilizar fuerza mental o tensión nerviosa alguna— sobre el objeto escogido durante un periodo definido de tiempo, no permitiendo en absoluto la dispersión mental. Este estado es análogo al enfoque de la luz solar a través de una lente: los rayos de luz se reúnen en un pequeño punto, lo cual aumenta enormemente su poder. 

Aquí, el elemento del tiempo es muy importante: si la luz se concentra perfectamente pero este estado dura muy poco tiempo, nada puede acontecer. El punto de enfoque de la luz a debe mantenerse un cierto tiempo de forma continuada—solo hasta que aparezcan los efectos (por ejemplo, el encendido de un trozo de madera). De forma similar, dharana debe mantenerse un cierto periodo de tiempo: solo hasta que la concentración inicia el proceso de resonancia con la energía cósmica correspondiente y la consecuente transferencia de esa energía hacia tu ser. La energía conlleva sentimientos e información relacionada con el objeto de concentración. 

Como empezar                                                                                                                          
Siéntate en una postura confortable con la columna y la nuca en línea recta y vertical . Cierra los ojos  y sigue los siguientes pasos:                                                                                                       
• Relájate completamente de forma rápida y profunda. Recorre mentalmente todo su cuerpo y elimina todas las tensiones.                                                                                                                    
• Respira calmada y pacíficamente.                                                                                                          
• Vuelve la atención hacia tu interior (mirada introvertida) y desconéctate de factores externos molestos (ruidos, etc.);                                                                                                               
• Empieza por apartar la mente de cualquier pensamiento que surja (como resultado de la actividad sensorial) mediante un breve pero determinado esfuerzo para parar el pensamiento discursivo;              • Concentra la mente (dharana) sobre el objeto de tu elección. 

Examinemos dharana con mayor detalle. 

Vacía tu mente de todo pensamiento llevando el objeto escogido ante el ojo interno de la mente. No permitas que la mente se fije en otro objeto o pensamiento. 

Si esto sucede, calmada y pacientemente enfoca de nuevo la mente en el objeto. Esto es lo único que supuestamente hay que hacer durante dharana: mantener la mente centrada en el objeto. ¡Se consciente de toda fuerza o tensión! Permanece en calma, abierto y favorablemente dispuesto hacia la concentración. 

No hacer nada                                                                                                     
La concentración mental es un proceso estático: durante la concentración la mente se “congela”, el pensamiento se detiene, la actividad mental se suspende . El único movimiento mental debe ser llevar con suavidad la mente hacia el objeto escogido cada vez que salta. La concentración mental puede describirse como “no hacer nada”. Hay que comprender que no se trata de un estado perezoso, sino de “solo sentarse” con un propósito. Durante dharana, la mente es como un espejo: la única actividad es reflejar el objeto. 

“Durante la concentración (dharana), la mente es como el cristal pulido que adopta el color del objeto sobre el cual se coloca” Yoga Sutra I.41 

Aprender a percibir                                                                                                               
Considera cuidadosamente el objeto de concentración: acércate a él con asombro y curiosidad infantil, como si no supieses nada sobre él (¿realmente conocemos algo importante sobre los objetos del mundo externo?). No te aproximes al objeto racional o intelectualmente; en su lugar capta su esencia solo con los sentidos o incluso solo con el instinto. Explora el objeto de forma no verbal, en un estado de alerta pasiva, sin propósito, sin preocupación, con curiosidad infantil, con puro asombro. Solo estas tu y el objeto; nada se espera de ti, todo se espera del objeto. 

Por consiguiente, siéntate en un estado de expectación eufórica continuada, en el más elevado estado de alerta. Esto es muy importante. Déjate absorber en y por el objeto. 

No intentes definirlo, juzgarlo o comprenderlo, solo considera el objeto con curiosidad, como si lo estuvieses contemplando por primera vez. Solo el hecho de no poder definir exactamente el objeto y de no entenderlo racionalmente, te abre hacia él y crea el estado de receptividad mental en el cual la intuición (“no-mente” o “superconciencia”, como también se denomina) puede empezar a funcionar. 
Haciéndolo así descubrirás enseguida que los objetos que te rodean poseen miles de significados (esto surge como destellos o flashes de intuición). Normalmente pasamos por alto estos significados. 

Cada cosa esta así repleta de un fascinante y maravilloso misterio que empezarás a captar gradualmente; todo se sostiene gracias a una energía invisible que empezarás a sentir y a controlar sin esfuerzo. 

La concentración mental (dharana) es una forma de iniciar el proceso de resonancia y afinamiento de las energías cósmicas sutiles de las cuales el objeto de concentración es solo una manifestación visible. No intentes acelerar este proceso: permite que se inicie por si mismo cuando sea oportuno. 
En este acercamiento, el conocimiento viene del objeto, no del sujeto (del practicante). La concentración permanece residente, en contemplación hiperatenta, como un gato esperando que el ratón abandone su escondite: lo imprevisto puede suceder en cualquier momento. 

Todo comienzo es difícil                                                                                                                   
Al principio, es probable que descubras que el ejercicio fracasa lamentablemente. Acéptalo como un hecho perfectamente normal. Ten en cuenta que en yoga no hay esfuerzos perdidos; en otras palabras, todo esfuerzo traerá su resultado en el momento oportuno. Ninguno de tus fracasos es un trabajo perdido. Tal como dice el sabio: “El barro es tan valioso como la flor de loto que alimenta”. 

Cada intento fracasado es en realidad un paso hacia el éxito porque la concentración mental, igual que la meditación, posee un efecto acumulativo que aparece no solo por hacerlo “bien”, sino también por trabajar consistentemente.  

Domar la mente                                                                                                                              
Al principio, la mente tiene muy poca estabilidad; encontrarás el objeto y seguidamente lo perderás muy rápidamente. La mente vagabundea por todas partes. 

Tras cierto periodo de práctica, surge en la mente suficiente estabilidad como para que la atención permanezca enfocada sobre el objeto de forma ininterrumpida durante cortos periodos de tiempo (diez o quince segundos, quizá mas).

Más adelante, el grado de estabilidad mental se acrecienta aún más; la mente puede permanecer constantemente centrada sobre el objeto con un razonable buen nivel de estabilidad e incluso, ocasionalmente, dejar de vagabundear. 

Entonces surge un estado en el que la mente no pierde el objeto, porque se ha logrado el poder de concentración. Ahora debe efectuarse un esfuerzo sostenido para aumentar la claridad mental. Tras ello, la mente alcanzará un tremendo poder. Con solo un mínimo esfuerzo se centrará sobre el objeto y permanecerá en él sin esfuerzo tanto tiempo como se desee. 

Cuando se alcanza este estado, la mente se convierte en un instrumento extremadamente sensible apto para desarrollar cualquier tipo de meditación. 

Es como montar sobre un caballo salvaje. Ciertamente, en los primeros intentos te caerás al suelo. Pero si perseveras lo suficiente, eventualmente tendrás éxito y con el tiempo el caballo se convertirá en tu amigo íntimo y obedecerá tus órdenes incluso sin necesidad de ser pronunciadas. En esta analogía, el caballo salvaje es tu mente y la concentración es la doma y entrenamiento del caballo. A este respecto, la continuidad es lo importante. 


- Texto original de Dinu Roman. Traducción al español por José A. Offroy Arranz

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