miércoles, 13 de abril de 2022

EL HOMBRE EN EL YOGA por Fernando Tola - parte 1

Dos son las principales escuelas del Yoga, El Raja Yoga y el Hatha Yoga. 

OBRAS BÁSICAS DEL RAJA YOGA 

La obra básica del Raja Yoga son los Yogasutras de Patanjali, que de acuerdo con la opinión más generalizada vivió entre los años 300 y 500 d.C. Los principales comentarios de los Yogasutra son el de Vyasa (Yogabhashya), que debe ser situado entre los años 650 y 850 d. C., el de Bhoja (Rajamartanda) de mediados del siglo XI y el de Ramananda Sarasvati (Maniprabha) de alrededor del año 1600. El comentario de Vyasa tiene a su vez dos excelentes subcomentarios: el de Váchaspatimishra (Tattvavaisharadí) de alrededor del año 850, y el de Vijnánabhikshu (Yogavárttika) de mediados del siglo XVI. Vijnábhikshu escribió un útil tratado sobre el Yoga, el Yogasárasamgraha. 


PATAÑJALI

Patañjali no fue el inventor del Yoga. Este existía desde muchos antes de él. Es así que las prácticas yóguicas son mencionadas en las Upanishads de antes del inicio de la era cristiana y en el Mahabharata de alrededor del comienzo de dicha era. Patañjali se limitó a sistematizar esas prácticas. Patañjali no fue tampoco el primer autor que escribió sobre el Yoga. Existieron otros antes que él y él incluso utilizó sus obras en la composición de su tratado. Pero, como ocurre con frecuencia, el tratado de Patañjali se convirtió en la obra clásica del Yoga e hizo olvidar a los otros. Tal vez la excelencia del libro de Patañjali explica esto. 

LOS YOGASUTRAS

Los Yogasútras de Patañjali son una de las obras más valiosas y representativas del genio filosófico de la India. En más o menos 200 aforismos de unas cuantas palabras el Maestro describe el método que lleva al trance y analiza el proceso del trance. Contienen descripciones y análisis magistrales. Revelan un gran conocimiento de los fenómenos descritos o analizados, extraordinaria perspicacia, sutileza y objetividad, y una asombrosa capacidad para encerrar en los estrechos límites de un breve aforismo fenómenos complejos y recónditos. 

OBRAS BÁSICAS DEL HATHA YOGA 

El Hatha Yoga tiene varias obras básicas. Mencionemos primeramente el Gorakshashataka atribuido a Gorakhanatha: Gorakshanatha fue un yoguin famoso de principios del siglo XIII y el personaje más importante de la vida espiritual de la India, después de Shankara, según el autorizado juicio de Hajariprasad Dvivedi. Fue él quien fundó la secta de los Kánphata Yogis, que aún existe, y la tradición le atribuye la creación del Hatha Yoga. Con toda probabilidad Gorakshanatha al igual que Patañjali, solo fue un sistematizador de prácticas hathayóguicas ya existentes. Además del Gorakshashataka se le atribuye a Gorakshanatha otra obra, el Hatha Yoga, que no ha sido encontrada. Otras obras básicas del Hatha Yoga son el Hathayogapradípika de Svatmarama el Gherandasamhita y el Shivasamhita, que deben ser colocadas después del siglo XVI. 

Las obras, que acabamos de mencionar, son imprescindibles para el conocimiento del Hatha Yoga, pero ninguna de ellas posee el valor del tratado de Patañjali y en ellas se hace ya evidente la decadencia que, desde algunos siglos atrás, se había iniciado en la cultura india. 

DIFERENCIAS ENTRE RAJA YOGA Y HATHA YOGA 

El Hatha Yoga tiene numerosos puntos de contacto con el Raja Yoga, pues utiliza muchas de sus enseñanzas, pero las diferencias entre uno y otro Yoga son también notorias.

(a) El Yoga de Patañjali se preocupa más por el aspecto mental del método yóguico, tratando preferentemente de la concentración de la mente; el Hatha Yoga se preocupa más por el aspecto corporal del método, como por ejemplo de las prácticas de limpieza personal, de la forma de sentarse para llevar a cabo la meditación, de los ejercicios respiratorios, etc. El Hatha Yoga amplía exageradamente una serie de preceptos de Patañjali. Así, por ejemplo, Patañjali se limita a decir que la postura que debe adoptarse para la meditación debe ser cómoda y firme; el Hatha Yoga describirá múltiples posturas, la mayoría de las cuales son inadecuadas para meditar, a causa de su carácter acrobático, que les quita la firmeza que se requiere. 

(b) El Hatha Yoga da la impresión, que de ninguna manera da el Raja Yoga, de ser un sistema de profilaxis y terapéutica médica, destinado a mantener el cuerpo en buen estado de salud y a curar todo tipo de enfermedades. En la India el aspecto profiláctico y el terapéutico del Hatha Yoga está, con todo, al servicio del trance, destinado a facilitar su consecución. Pero en Occidente el Hatha Yoga importado ha sufrido una transformación muy honda. El trance ya no interesa y las prácticas hathayóguicas, reducidas a las posturas y a los ejercicios respiratorios, se presentan como un sistema médico y, lo que nunca pensaron ser en la India, como un sistema de gimnasia, cuya finalidad es el desarrollo armónico y fuerte del cuerpo. El Yoga se ha “desacralizado”. 

(c) Tanto el Raja Yoga como el Hatha Yoga están ligados a la magia, entendiendo por magia la atribución de determinados efectos a determinados actos al margen de las leyes normales de causalidad. La magia está presente en los Yogasutras de Patañjali. Baste señalar que su Tercer libro tiene por título Vibhutipada, ‘Poderes sobrenaturales’, y que de los 55 sofismas que lo componen 30 están dedicados a esos poderes y a la forma de obtenerlos. Desde luego que estos poderes no constituyen lo esencial del Yoga de Patañjali, que aspira, como meta suprema, a aislar el espíritu de la materia. En el Hatha Yoga la magia ha adquirido una presencia [Página 185] desmesurada, lo ha invadido todo. Ha conservado los elementos mágicos del Yoga de Patañjali y le ha agregado otros. Es así que toda postura (asana), que el yoguin puede adoptar para sus prácticas yóguicas, y todo ejercicio respiratorio tienen efectos mágicos, actúan al igual que cualquier amuleto, hechizo o filtro de amor. El límite entre un libro de Hatha Yoga y un libro de magia pura y simple es difícil de trazar. 

(d) Otra diferencia sustancial entre el Yoga de Patañjali y el Hatha Yoga radica en las diferentes concepciones filosóficas en que uno y otro se fundamentan. El Yoga de Patañjali tiene su base filosófica en el sistema ortodoxo Samkhya y, de acuerdo con este sistema, lo que pretende conseguir en el trance es el aislamiento (kaivalya) del espíritu (purusha) frente a la materia (prakriti). El Hatha Yoga, por su parte, se fundamenta en las doctrinas del Vedanta y del Tantrismo. De acuerdo con estas doctrinas de la finalidad del trance en el Hatha Yoga es alcanzar la identificación del principio espiritual individual (atman) con el principio espiritual universal (brahman). Para el Yoga de Patañjali, el término yoga significa ‘separación’; para el Hatha Yoga significa ‘unión’. 

EL SAMKHYA, FUNDAMENTO FILOSÓFICO DEL YOGA DE PATAÑJALI

El sistema filosófico ortodoxo Samkhya constituye, como dijimos, la base filosófica del Yoga de Patañjali. 

(a) De acuerdo con el Samkhya y el Yoga existe una materia primera, prakriti de la que se origina toda la realidad material. Frente a la prakriti está el espíritu, purusha, aunque en realidad deberíamos decir los purushas, ya que el Samkhya sostiene la existencia de una multitud infinita de espíritus. El espíritu es lo Absoluto, está dotado de las características que el pensamiento filosófico de la India atribuye usualmente a lo Absoluto. La materia y el espíritu tienen naturaleza absolutamente diferente: la materia es la causa primera; el espíritu no es ni causa ni efecto; la materia es activa, el espíritu es inactivo; la materia está en constante mutación; el espíritu es inmutable; la materia es el objeto del conocimiento, el espíritu es el sujeto del conocimiento. El espíritu, cuando está encarnado en un individuo entra en  contacto con el mundo material exterior a través de la mente y de sus funciones o procesos. 

En el estado normal del individuo existe una identificación entre el espíritu individual encarnado y los procesos mentales: por un lado, el espíritu aparece como si fuera los procesos mentales, se presenta bajo la forma de ellos; por otro lado, él mismo se identifica con dichos procesos, se cree ellos. 

Mientras subsiste esa falsa identificación el espíritu es presa del error, de la ignorancia. Consecuencias de esa identificación y del error que ella comporta serán el sufrimiento y la realización de aquellas acciones que tengan como resultado o fruto mantener el espíritu encadenado a la materia. Una manifestación de ese encadenamiento a la materia serán las sucesivas reencarnaciones a que el espíritu se verá sometido. 

Para liberarse del sufrimiento y de las reencarnaciones el espíritu debe “desidentificarse” de los procesos mentales, desenmarañarse de ellos, volver a su prístina y esencial pureza, aislarse de la materia y de todas sus manifestaciones, entre las cuales están, como dijimos, la mente y sus funciones. Su meta debe ser el kaivalya o aislamiento. El aislamiento solo puede producirse mediante la práctica del Yoga, al cual luego nos referiremos. 

(b) El samkhya es un sistema ateo. No postula la existencia de un dios, creador y regente del mundo. La materia y el espíritu le bastan para explicar la creación: la materia, que es de por si inerte, se anima, por decirlo así, con la simple proximidad del espíritu y sin intervención de éste, y de esta manera se inicia la evolución, que lleva a la creación de la realidad sensible. 

Patañjali se aparta en este punto, en algo, de las doctrinas del Samkhya. Admite en efecto la existencia de un Señor, Ishvara. Pero todos los críticos están de acuerdo en que la posición del Señor en el sistema de Patañjali es enteramente secundaria. La única función de este Señor es servir de objeto a la devoción y meditación del yoguin, las cuales tienen por finalidad facilitar el desapego a todo y la concentración de la mente. Pero la devoción al Señor y la meditación en él no son indispensables y el yoguin, puede prescindir de ellas. Además, de ningún modo la unión con el .Señor es la meta de Yoga, sino el aislamiento del espíritu ya mencionado. Si se acepta que un Señor así concebido, con las funciones reducidas que Patañjali le atribuye, puede ser considerado como dios, entonces el Yoga es teísta; en caso contrario es, como el Samkhya, ateo. 

(c) El Samkhya comparte la concepción del destino del hombre después de la muerte propia de la cultura de la India y que difiere de la concepción occidental. El aniquilamiento después de la muerte constituye el peligro a que se ve expuesto el hombre occidental. Su salvación radica en la concepción de un principio espiritual, el alma, existente en el individuo, inmortal e imperecedero. Si no se acepta la existencia de ese principio espiritual, el hombre después de la muerte, es solo cenizas. El ansia de inmortalidad caracteriza así a la cultura de Occidente. El problema para el hombre indio es totalmente diferente. El individuo no se ve enfrentado al peligro del aniquilamiento después de la muerte, antes bien se ve condenado a una existencia eterna y dolorosa, encadenado como está al ciclo de las reencarnaciones, el cual se desarrolla en el plano de esta realidad contingente, dominio del sufrimiento y de la muerte. Para el hombre indio el problema radica en liberarse de esa cadena de existencias, en escapar de esta realidad. El ansia de liberación caracteriza así a la cultura de la India. Para poder liberarse y escapar a esta realidad, el hombre indio concibe lo Absoluto totalmente al margen de ella y al cual él puede llegar. Ese Absoluto permite la salida (nissaranam) como dice Buda. Ese Absoluto será Brahman en las Upanishads y en el Vedanta, el nirvana en el Budismo, el purusha o espíritu establecido en sí mismo en el Samkhya y en el Yoga que comparte sus doctrinas.


Fuente: artículo publicado originalmente en la revista "San Marcos".

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