jueves, 7 de noviembre de 2013

SIDDHA YOGA - El Yoga de los Perfectos

La tradición de los Siddhas

El ideal de un cuerpo divino fue el centro de atención de todo un movimiento cultural de la India medieval: el movimiento Siddha, comparable quizás en occidente al movimiento social de culto al cuerpo en las décadas actuales. Este culto floreció entre los siglos VIII y XII d.C., ante el reconocimiento y devoción de un grupo de seres realizados conocidos como Siddhas, y contribuyó en gran medida a sintetizar las enseñanzas espirituales del Hinduismo, Budismo y Jainismo, además de la alquimia y la magia popular.

El término siddha significa “realizado”, “perfecto” y se refiere al adepto tántrico que ha alcanzado la iluminación, o perfección (siddhi) última, y posee todo tipo de poderes paranormales (siddhi). Según el Yoga Shikhâ Upanishad (I.159), “se puede reconocer a un ‘perfecto’ por su posesión de poderes paranormales”. El adepto Tirumûlar, del Sur de la India, definía un Siddha como aquél que ha realizado, mediante el énstasis yóguico, la Luz y el Poder (shakti) transcendental.

La estrecha relación existente entre la medicina tradicional de la India (âyurveda), el yoga y la alquimia (rasâyana), destaca especialmente en la tradición Siddha del Norte de la India. El Siddha es un alquimista espiritual que trabaja o transmuta la materia impura, el cuerpo-mente humano, en oro puro, la esencia espiritual inmortal. No obstante, también se afirma que es capaz de efectuar una transmutación literal de la materia. Los adherentes a esta importante tradición buscan la inmortalidad corporal mediante una sofisticada técnica psicofisiológica que se conoce como kâyasâdhana, o “cultivo del cuerpo”. El Siddha Yoga ha constituido la base fundamental del Hatha Yoga y ambas tradiciones se han consolidado como vertientes preventivas de la medicina hindú. Curiosamente, un libro sobre medicina escrito por un autor denominado Vrinda, lleva el título de Siddha Yoga y otro tratado médico, esta vez atribuido al adepto del Siddha Yoga Nâgârjuna, se titula Yoga Shataka (Cien versos sobre yoga).

Las escuelas mas importantes del movimiento Siddha fueron las de los Nâthas y la de los Maheshvaras. La primera se desarrolló en el Norte de la India, especialmente en Bengala. La segunda provenía del Sur. Los Tantras Budistas hablan de 84 grandes adeptos (mahâsiddha), muchos de los cuales son reverenciados aún hoy en dia como semidioses. La mayoría fueron personas corrientes sin ánimo o pretensión de enseñar o crear escuela, pero entre ellos hay algún personaje de la realeza y también grandes eruditos.

Según la tradición tibetana el primer y principal adepto de los 84 Siddha fue Luipâ, que algunos orientalistas identifican con Matsyendra Nâtha, el famoso maestro del aún mas famoso Goraksha Nâtha. Innumerables leyendas y canciones hablan de los logros espirituales y mágicos de estos dos grandes maestros. Otro Siddha notable fue el budista Nâgârjuna, maestro de Tilopa, el cual inició a Nâropa, el guru de Marpa, quien a su vez instruyó al ilustre yogui-poeta Milarepa. La lista tibetana de mahâsiddhas incluye algunos nombres que también son reconocidos por los hindúes.

La tradición Tamil del Sur de la India se refiere a 18 Siddhas, algunos de los cuales fueron de origen chino o cingalés y uno se dice que procedía de Egipto. El número 18 es tan simbólico como el 84 para los Siddhas del Norte; ambos sugieren totalidad. Entre los Siddhas del Sur destacan especialmente Akkattiyar (o Agastya), Tirumûlar, Civavâkkiyar y Bhogar, cuyas enseñanzas y logros mágicos cautivaron la imaginación popular.

Las enseñanzas de esta tradición se han preservado solo de forma imperfecta. Los textos de referencia son totalmente legendarios, pero también se encuentran extensos trabajos literarios y numerosas canciones místicas (dohâ).

La veneración de los personajes espirituales, como punto central de la sagrada presencia o poder, es una practica de la máxima importancia. La adoración del maestro (gurupûjana) es uno de estos aspectos.

 Siddha Tirumular

El Tantra de los 18 Siddhas

Una definición práctica y breve de lo que es el Tantra sería: el esfuerzo de concentrar en los chakras superiores la energía vital que está acumulada en los chakras inferiores. De este modo, es la energía misma la que se encarga de activar los estados de consciencia más elevados, asociados con los chakras superiores.

La transmutación de la energía sexual en energía espiritual es, por ello, uno de los puntos clave enfatizados por los Siddhas en sus textos. Entre ellos destacan los escritos del Siddha Boganathar, de quien se dice que fue el fundador del Taoísmo, disciplina especializada en la transmutación de esta energía.

Para poder realizar este trabajo debemos tener en cuenta estos diferentes componentes de la anatomía sutil, presentes en el llamado cuerpo vital o emocional, el cuerpo energético que sostienen el cuerpo físico. Estos componentes son los nadis o canales de energía y los chakras o centros de energía y de consciencia. Ambos deben ser purificados y activados.

El sistema energético del cuerpo vital es comparable a un circuito eléctrico, con sus diferentes cables (los nadis) y baterías (chakras) por los que circula la electricidad. Cuanto menos purificados estén los cables y las baterías, más resistencia ofrecerán al paso de la energía, con lo que el circuito se recalentará a su paso, y sólo tolerará voltajes muy reducidos; no podrá tolerar niveles elevados de energía.

Una experiencia interna inusual, motivada por una transmisión de energía (lo que llaman “shaktipat”) o por una práctica intensiva no equilibrada, puede suponer una gran descarga de electricidad en el circuito. Pero si éste no está preparado para soportar este voltaje, se producirá una chispa, un cortocircuito que estropeará algunos de sus componentes. Algunas personas denominan a esto “experiencias espirituales”. Pero tales experiencias no pueden durar. Así que, nuestro trabajo como practicantes de Yoga, es acondicionar un circuito eléctrico interno que pueda tolerar, de forma progresiva y constante, niveles más y más altos de energía – niveles más y más elevados de consciencia. Esto supone un trabajo constante y sostenido, y a largo plazo, no un chispazo temporal.

Los Siddhas del sur de la India enfatizan en sus poemas el trabajo espiritual con los chakras, con los nadis y con la energía Kundalini, presente de forma potencial en el primer chakra.

La Luz y la Gracia divinas
El concepto de “Gracia”, el descenso de la energía y de la consciencia divinas, está muy presente en la tradición de los Siddhas (llamada Saiva Siddhantam del sur de la India). Shiva, la divinidad misma, el Absoluto, es un término que significa “lo auspicioso”. En el Tirumandiram se mencionan las cinco acciones de la Divinidad: creación, preservación, destrucción, oscurecimiento y gracia, y todas ellas son consideradas actos de gracia de la Divinidad hacia el alma.

Tras los esfuerzos del yogui por prepararse y purificarse para el Divino, y por la llamada incesante y la entrega a Él, se produce finalmente el descenso de la Gracia.

Este esfuerzo yóguico equivale a la acumulación de la energía vital en los centros superiores de consciencia o chakras. Esto se consigue no sólo con técnicas yóguicas, sino también con devoción y aspiración sostenidas, y con un comportamiento recto y ético. Esta acumulación de energía permite la visión de la Luz divina. Esta Luz es mencionada constantemente en el Tirumandiram y en otros poemas de los Siddhas.

El Siddha Tirumular menciona también la aparición de Nada, el sonido divino Om, como resultado de esta concentración de energía vital en los chakras superiores. La sadhana o disciplina yóguica permite la unión de Bindu y Nada – la unión de la energía vital/sexual con el Om, la unión del individuo con la vibración del cosmos.

En el Yoga tradicional se apuntaría entonces hacia la meta del Nirvikalpa Samadhi, la extinción de la individualidad en la consciencia pura absoluta, con el resultado de Moksha o la liberación del individuo del ciclo forzoso de las reencarnaciones.

El Saiva Siddhantam de los Siddhas, con su meta del Soruba Samadhi, enfatiza no obstante el logro del cielo en la tierra, la unión perfecta de Shiva y Shakti en el ser humano, la transmutación de la materia (que es energía, al fin y al cabo) en la perfecta expresión de la consciencia divina.

Para este fin, la Luz divina es, en este momento, el principio divino intermedio entre el Absoluto y la creación, participando de ambos. Este principio sería el agente transmutador de este proceso, pudiendo actuar incluso sobre el cuerpo físico.


Un Siddha del siglo XIX como Ramalinga habló de todo ello en sus innumerables poemas, en los que invoca a la Divinidad en su aspecto de “Luz divina de Gracia” (Arul Perun Yoti), para que descienda y transmute el cuerpo físico en un cuerpo inmortal de luz. Él mismo obtuvo esta realización yóguica final, aunque su mensaje tuvo escasa repercusión en sus contemporáneos.

Pero este descenso de la Gracia divina en forma de luz pertenecería a fases muy avanzadas de la sadhana, habiéndose cumplido previamente todos los requisitos de los que hemos hablado antes.

Y a estos requisitos habría que añadir la necesidad de la entrega total al Divino. Un aspecto enfatizado totalmente por los Siddhas modernos Sri Aurobindo y la Madre. Su Yoga Integral, que apunta también a la transformación total, incluso de lo físico, empieza y termina con esta entrega total al Divino, en su aspecto dinámico y energético: la Madre divina.

El papel del gurú 

Los Siddhas destacan también el papel del gurú o maestro. Éste prescribe la sadhana, la práctica espiritual concreta que debe seguir el discípulo, y es finalmente quien le otorga la realización espiritual, la unión con el Divino, cuando el discípulo la hace posible mediante su preparación y su entrega. El gurú es, entonces, la puerta hacia el Divino, el Absoluto, cuya gracia se manifiesta de forma personal en el gurú.

El enfoque de los Siddhas es directo, práctico y realista, más allá de la especulación teológica. El aspirante espiritual avanzará en el sendero en la medida en que se entregue a él, con su práctica yóguica y con su devoción al gurú y al Divino. El esfuerzo del aspirante es proporcional a la felicidad que obtendrá.

También afirman que la Gracia del Divino siempre se está derramando sobre todos, pero mediante la sadhana yóguica aprendemos a convertirnos en recipientes capaces de recoger, sin fisuras, la lluvia de la Gracia. Shiva, el Divino, es la quintaesencia, la fuente sin fin de esta Gracia.

Fuente: "El tantra de los 18 Siddhas", "La luz y la gracia divinas" y "El papel del Guru", son articulos escritos por Swami Nityananda.

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