lunes, 24 de marzo de 2014

FUNDAMENTOS DEL YOGA por Ramiro Calle

El yoga es, básicamente, un método de mejoramiento humano con una antigüedad de más de seis mil años, originario de la India, pero que despierta un creciente e intenso interés, cada día mayor, entre los occidentales.

Pero el descubrimiento del yoga y de sus notables excelencias por los occidentales no es ni mucho menos reciente. Recordemos que ya Alejandro Magno se dejó instruir por un yogui jaina de nombre Kalano y que desde aquellos remotos días empezaron a ser numerosos los filósofos, místicos, pensadores, viajeros sobresalientes, peregrinos y escritores de nuestro hemisferio interesados por las enseñanzas del yoga e incluso entusiasmados por sus textos espirituales. A propósito de los Upanishads, Schopenhauer declaró: «Han sido el consuelo de mi vida y de mi muerte». Del mismo modo, Hermann Hesse destacaría hace casi ocho décadas que si algo le urgía a Occidente era la práctica del yoga, y antes que él innumerables intelectuales y pensadores como Victor Hugo, Lamartine, Pierre Loti, Romain Roland y tantos otros habrían de interesarse vivamente por el pensamiento de la India.

Los métodos liberatorios del yoga se han ido incorporando desde muy antiguo a otras tradiciones, tales como el budismo theravada, el budismo zen, el budismo tibetano, el jainismo, el tantra, el sufismo, el gnosticismo, el cristianismo oriental y otros sistemas soteriológicos. Puesto que el yoga es suprarreligioso y fundamentalmente ecléctico en este sentido, es de utilidad tanto para personas con creencias como para quienes no las tengan, pues lo que aporta es un conjunto de preciosísimas técnicas para el autodesarrollo.

El yoga siempre apela a la inteligencia y al discernimiento del practicante, y debe éste tratar de evitar a esos «maestros» o «instructores» que acompañan la enseñanza del yoga de adoctrinamientos incluso muchas veces dogmáticos y que nada tienen que ver con el yoga mismo. El verdadero yoga, que es el que se viene practicando desde tiempos inmemoriales en todas las épocas y latitudes, es a veces falseado por desaprensivos maestros e instructores que lo convierten en una simple gimnasia, o lo reducen a una simple y casi grotesca caricatura del yoga real, o, incluso, lo que es verdaderamente inexcusable, lo proponen hasta como un método competitivo y un espectáculo de campeones. 

También invito al lector a que utilice su sabiduría discriminativa para prevenirse contra los diversos pseudoyogas que algunos instructores proponen o contra los sucedáneos que algunos tratan de «colar» como si se tratara de verdaderas enseñanzas. No hay atajos para llegar al cielo y los métodos que prometen éxitos espectaculares en un breve espacio de tiempo son todos cebos para atraer a personas ingenuas que luego se encontrarán con el anzuelo y comprobarán, desanimadas, que lo que se les ha ofrecido, y por lo que obviamente han pagado, no tiene ningún alcance ni eficacia.


Yoga y trabajo interior

El yoga es tan antiguo ya la vez tan actual que Mircea Eliade -practicante de yoga- se refirió a él como «un fósil viviente».
Es, sin duda, la técnica liberatoria más antigua del mundo, pues el yoga arcaico (que ya disponía de eficaces métodos para conducir la mente a un estado de conciencia superior) es muy anterior a la penetración de los arios en la India. Los primeros yoguis se adentraron en la búsqueda interior con el afán de conectar con conocimientos de orden superior y poder acceder a regiones ignotas de la mente. En el transcurso de los años fue configurándose un cuerpo amplísimo de enseñanzas, métodos, técnicas y prescripciones para la auto superación, la evolución de la conciencia y la conquista de una mente superior a la que el yoga denomina supramundana, por situarse más allá de las apariencias.

Se conoce ese trabajo interior que es el entrenamiento yóguico como sadhana o práctica espiritual. El sadhana tiene por objeto la evolución consciente, el autoconocimiento y el autodesarrollo, para beneficio propio y ajeno. En este trabajo sobre uno mismo, el practicante encontrará no pocos obstáculos, pero también buenos aliados internos. Entre los obstáculos se encuentran no solamente las circunstancias externas adversas y el entorno inapropiado y las vicisitudes de la vida, sino también los que derivan del desequilibrio orgánico y de la inarmonía psíquica. Son obstáculos el desasosiego, la pereza, la negligencia, el descontento, la ofuscación, la avidez, el odio y tantos otros, a los que hay que sumar el propio inconsciente desordenado, caótico y el cúmulo de viejos patrones, heridas psicológicas, traumas y frustraciones. También son obstáculos los enfoques incorrectos, los estrechos puntos de vista, el apego a las ideas.

A menudo es la propia mente uno de los escollos más difíciles de superar, porque hay que ir limpiándola de esa ofuscación o ignorancia básica que genera innumerables emociones insanas, del mismo modo que hay que ir aprendiendo a contener el pensamiento neurótico y descontrolado que es fuente de avidez, odio y, en suma, de una gran masa de sufrimiento para uno mismo y para los demás. Todas las técnicas del yoga (incluidas las del yoga psicofísico) apuntan a la mente para sanearla e iluminarla. De una mente ofuscada todo lo que se deriva es nocivo.

Este sadhana (ejercitación) integral compete, pues, al cuerpo, al cuerpo energético, al órgano psicomental y al comportamiento con nosotros y con los demás. El trabajo sobre el órgano psicomental adquiere gran importancia, pues somos aquello que pensamos y sentimos, ya que lo que hay dentro de nosotros tiende a emerger a través del comportamiento. Incluso el yoga psicofísico (hatha-yoga) pretende con sus numerosas técnicas no sólo beneficiar los cuerpos físico y energético, sino también favorecer el dominio de la psique.

El yoga como técnica de autorrealización

El yoga es un método de trascendencia y liberación de la ignorancia fundamental, para poder así desarrollar una percepción iluminada. Es una vía de aproximación a la última realidad y, como técnica de autorrealización, su propósito principal es la recuperación de la naturaleza real que reside en el individuo y que no es perceptible porque estamos ciegamente identificados con los procesos psicomentales de todo tipo, viviendo de espaldas a nuestra propia identidad. Como sistema soteriológico que es, el yoga pone los medios para que brote la sabiduría que disuelve todos los autoengaños; también, elimina la oscuridad de la mente y conecta al individuo con la «realidad trascendente», lo que
representa la emancipación espiritual.
Para los yoguis, además del subconsciente y la conciencia, todos disponemos de una supraconciencia o mente de orden superior. Esta supraconciencia está aletargada y hay que ganarla.
Las técnicas del yoga van drenando y saneando el subconsciente y resolviendo sus condicionamientos, por un lado, y por otro amplificando la conciencia y esclareciendo la percepción para poder ganar la supraconciencia o mente iluminada.

El yoga como ciencia psicosomática

Sólo en estas tres últimas décadas los occidentales comenzaron a darse realmente cuenta de las estrechísimas conexiones del cuerpo y de la mente y de cómo muchísimos trastornos orgánicos derivan de conflictos mentales y emocionales y son, por tanto, de naturaleza psicosomática.
Por esta razón, la verdadera salud, o lo que se ha dado en denominar salud total, no se puede sólo entender como bienestar físico, sino que es también bienestar psicomental y social, puesto que un ser humano es una entidad bio-psico-social. Sin embargo, ya el yoga de hace varios milenios descubrió la conexión mente-cuerpo, y, precursor de la ciencia psicosomática, concibió y ensayó innumerables procedimientos de integración, control y perfeccionamiento psicosomático.

Todas las técnicas del yoga físico favorecen también la mente, del mismo modo que las del yoga mental benefician el cuerpo. Se han efectuado numerosas investigaciones médicas sobre las técnicas del yoga físico y cómo generan modificaciones orgánicas notables, y también sobre los métodos de meditación y cómo también éstos provocan cambios muy numerosos en las funciones del organismo, constatables en la resistencia galvánica de la piel, el pulso, la frecuencia cardiaca, diversas sustancias en la sangre y las ondas cerebrales.
Yo mismo me sometí, hace muchos años, en dos centros médicos, a una nutrida batería de pruebas con el más sofisticado instrumental médico, para poner en evidencia los cambios fisiológicos que producen las técnicas del yoga.

El yoga como medicina natural

Las técnicas psicofisiológicas y psicomentales del yoga, sus procedimientos naturistas, sus orientaciones muy concretas sobre el descanso, la alimentación, el ayuno, el sueño y la actividad, lo convierten en la más antigua medicina natural. Sus técnicas pueden ser utilizadas tanto preventiva como terapéutica y recuperativamente, tanto en el ámbito somático como en el psíquico.
Aunque jamás el yoga fue concebido como una terapia propiamente dicha, la experiencia ha evidenciado que sus técnicas psicosomáticas benefician enormemente el cuerpo y la mente y previenen contra innumerables trastornos, aumentando también la capacidad de resistencia del sistema inmunitario. Como método de relajación y tranquilización es insuperable, y la práctica combinada de los yogas físico y mental es de enorme efectividad para coordinar armónicamente la unidad psicosomática y mejorar las conexiones del cuerpo con la mente.

El yoga juega un destacado papel tanto en el campo de la salud corporal como en el de la salud mental. Las técnicas de estiramiento, de control de la respiración, de relajación, de dominio neuromuscular y de limpieza propias del yoga físico (hatha-yoga) resultan de gran eficacia para prevenir artritis, artrosis, distintos tipos de reuma, ciática, lumbago, asma, infarto de miocardio, bronquitis, trastornos de la espina dorsal, trastornos circulatorios muy diversos, varices, estreñimiento, dispepsia, insomnio, gastritis, ansiedad, angustia y diversos desórdenes psíquicos. El yoga físico es excepcionalmente ansiolítico y sus técnicas sedan el sistema nervioso autónomo.
Por su parte, las técnicas de concentración, meditación y autoconocimiento favorecen la armonía psíquica, resuelven conflictos internos, tranquilizan la mente y las emociones y previenen contra desórdenes emocionales.

El hatha-yoga puede ser de gran auxilio para minusválidos, invidentes, niños con desórdenes psíquicos o mentales, alcohólicos y drogadictos en periodo de recuperación.
La práctica del yoga favorece tanto a niños como a ancianos. Los primeros encontrarán en el yoga (como señalo en mi obra Yoga para niños) un medio excelente para conocer vivencialmente su cuerpo y armonizarlo, favoreciéndose asimismo el crecimiento, tranquilizando las emociones e integrando la mente. El yoga además previene contra desórdenes emocionales propios del niño y el estrés escolar. Las posturas, los ejercicios respiratorios y la relajación van a favorecer todos sus sistemas orgánicos y de manera muy importante el nervioso y el osteolocomotor; aumentarán la capacidad respiratoria y la
oxigenación de los tejidos e influirán muy beneficiosamente sobre el sistema nervioso y el endocrino.

El yoga como psicología

La psicología más antigua del mundo es la del yoga. Se trata de una psicología eminentemente práctica y tendente a la emancipación interior. No es una psicología académica, sino experiencial y de gran profundidad, donde no sólo se conocen los más ignotos mecanismos de la psique humana, sino que se procuran medios para ir saneando el subconsciente y esclareciendo el núcleo de caos y confusión que hay en la propia psique.
El yogui aprende a moverse por los distintos planos y estratos de su mente, a descubrir los condicionamientos internos para agotarlos y resolverlos, a mirar con atención vigilante y observación imparcial en su dimensión interna para explorarla y transformarla. Aprende a mirar y conocer sus estados mentales, intenciones y reacciones. Ensanchando la conciencia y estableciendo una intensa atención vigilante, el yogui escudriña sus interioridades y obtiene un conocimiento vivencial y directo, no conceptual, de sí mismo. Se enfrenta a las latencias de su subconsciente ya las tendencias que las mismas imponen robando libertad interior. Sólo en la medida en que las latencias se van «quemando», la persona se torna más libre y lúcida.
La meditación es como una operación quirúrgica de la mente para reorganizarla en un plano más sabio y armónico; asimismo, todas las técnicas del hatha-yoga, en la medida en que alertan la conciencia, purifican la percepción y «desautomatizan», también son de gran ayuda para erradicar condicionamientos.
El yogui se empeña en el desarrollo de su conciencia y la «limpieza» del subconsciente para desencadenar el conocimiento yóguico o visión cabal, que es propio de la supraconciencia, pues no está sometido a percepciones falseadas o al material desordenado, anárquico y condicionante del subconsciente. No es por casualidad que innumerables psicoterapeutas recomienden a sus pacientes la práctica del yoga o que incluso ellos mismos lo practiquen. En estos últimos años en nuestras aulas hemos comprobado el número creciente de médicos, de las más distintas especialidades, que emprenden la práctica del yoga. La práctica del yoga nos recentra interiormente y nos permite vivir con
equilibrio psíquico en una sociedad desequilibrada.

Otras modalidades de yoga

Además de los yogas físico y mental, existen otras modalidades de yoga a las que haremos una muy sucinta referencia: 

Gnana-yoga o yoga del discernimiento
Consiste en un ejercitamiento que purifica y activa el discernimiento para que éste pueda ser eficazmente utilizado como medio para ver con claridad y poder percibir las cosas como son (no como parecen ser o queremos o tememos que sean) y discriminar entre lo real y lo aparente, lo genuino y lo adquirido, lo esencial y lo trivial. Permite desplegar paulatinamente la sabiduría discriminativa que libera la mente de percepciones y enfoques erróneos, estimulando la visión lúcida.
El gnana-yogui se somete a una implacable auto investigación, inquiriendo sobre su ser real y tratando de desidentificarse de lo adquirido. Se ejercita para instalarse en su conciencia de ser y rescata en sí mismo un «centro» de conciencia inafectada y libre de contaminaciones psicomentales. No es una investigación metafísica o filosófica, que no conduce a la liberación, sino experiencial y vivencial, que trata de retrotraerse incansablemente al símismo emancipado de las actividades psicofísicas y de los eventos externos. Se desarrolla así la experiencia del «testigo» imperturbable, independiente de la dinámica de lo sensorial.

Bhakti-yoga o yoga devocional
Apropiado para personas de una naturaleza mística y con propensión a identificarse con un principio de orden superior, como quiera que convencionalmente se le denomine (Dios, divinidad, diosa, energía, supremo, mente única, alma cósmica, absoluto).
Representa la búsqueda de ese ser, que para el bhakti-yoga está dentro y fuera de uno mismo y, aunque individualizado como el sí-mismo, es transpersonal, como la energía que todo lo anima.
El bhakti-yogui más depurado y que trata de vivir esa energía suprema como una experiencia, y no como un concepto, no personaliza al absoluto ni le da un valor antropomórfico, sino que trata de conectarse con ella a través de la meditación y el silencio interior, mediante un «vaciamiento» bien conocido por los místicos de todas las latitudes, impulsados e inspirados por la añoranza amorosa de querer refundirse con la fuente. Es un yoga totalmente adogmático, suprarreligioso, que apela por un lado a la ética genuina o virtud y, por otro, a la experiencia meditaciónal y la transformación interna, que requiere también una erradicación de las emociones insanas.

Karma-yoga o yoga de la acción consciente
Como todos tenemos que actuar necesariamente, este yoga instrumentaliza la acción para perfeccionarse y crecer interiormente. Así, la acción en lugar de resultar alienante se torna una herramienta para acumular conciencia y desarrollar la comprensión clara. El yogui aprende a actuar más consciente, sin egoísmo, sin obsesionarse por los resultados, con un sentido de cooperación y tratando de favorecer y no de dañar a los otros.
Cualquier actividad o acción es importante para el ejercitamiento interior, así como cualquier trabajo o momento de ocio. Se trata de elevar también el umbral de la atención vigilante y de desarrollar ecuanimidad. El karma-yogui trata de obrar por amor a la obra y renuncia así a los resultados, que ya vendrán por añadidura.

Mantra-yoga o yoga del sonido
Se sirve de determinados fonemas para estimular energías internas, concentrar la mente y amplificar la conciencia. El mantra se utiliza para evocar-invocar-convocar «aquello» que el mantra designa. La recitación mántrica es un tipo de meditación y el yogui recita el mantra incansablemente para ir más allá del mantra, hacia lo que el mantra representa.

Tantra-yoga o yoga del control sobre las energías
Sus técnicas tienen por objeto el control y el aprovechamiento de todas las energías, incluidas las del deseo. Las energías, lúcida y conscientemente, se instrumentalizan para amplificar y elevar la conciencia.

Kundalini-yoga o yoga de la energía cósmica
Los yogas tardíos consideran que en el ser humano hay un potencial cósmico aletargado al que denominan kundalini y que es la semilla de iluminación o sabiduría que el yogui con sus procedimientos debe actualizar y desplegar para que otorgue todos sus conocimientos reveladores. Esta energía transpersonal que es kundalini, activada, va activando a su vez e iluminando los distintos centros psíquicos, que reportan, una vez iluminados, intuiciones místicas que potencian el crecimiento espiritual y permiten ir recorriendo paulatinamente la senda hacia la liberación definitiva.
Si existen diferentes modalidades de yoga es para atender a las distintas naturalezas mentales y temperamentos del ser humano, lo que no quiere decir, ni mucho menos, que la práctica de un yoga tenga que excluir la de otros. Todos los yogas son vías dentro de la vía del yoga para aproximarse a la mente liberada.


Fuente: "El gran libro del Yoga" - Ramiro Calle

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