Luego, al darse cuenta de que probablemente no todo el mundo alcanzaría directamente ese estado de entrega total, introdujo un método progresivo y dilatado en la forma del ashtanga yoga.
El sadhaka tiene la posibilidad de experimentar samadhi y alcanzar en él la perfección mediante el abandono y la entrega plena a Dios (Ishvara).
La progresión de los ajustes rítmicos secuenciales en el sadhana transforma la cualidad de los pancha bhutas del cuerpo, los sentidos, la mente y la inteligencia, y purifica cada envoltura para alcanzar así el cénit del refinamiento, un refinamiento tal que el cuerpo, la mente, la inteligencia y la consciencia se equiparan con la pureza y transparencia del diamante. No me cabe duda de que hay una íntima conexión entre las tres gradaciones que se describen en el capítulo II (tapas, svadhyaya e Ishvara pranidhana) y las transformaciones (parinama) que se producen en el sadhana.
"Etena bhuta-indiyesu dharma-lasana-avastha-parinama vyakhyatah" - Y.S. III.13
Voy a explicar esto con más detalle. El estado de Ser permanece en la naturaleza tamásica (dharma), pero este estado tamásico de Ser se ha de orientar hacia el estado rajásico a fin de que el Ser tamásico se transforme en Devenir (lakshana). Para ello, es necesario cultivar y refinar todas las vestiduras del Sí-mismo. Después, este Devenir se transforma en el iluminativo estado sáttvico de Ser, que es el cénit supremo (avastha) del sadhana. Si el sadhaka es capaz de mantener este estado cenital, entregarse a Dios le resultará sencillo (Y.S. III.56).
Esto es el shobhana kriya del sadhana krama.
Una práctica ferviente e ininterrumpida del sadhana permite que se produzca la transformación. El sadhana (tapas) se convierte así en el dharma del sadhaka; la transformación que lo lleva hacia el refinamiento se convierte en su lakshana, en forma de conocimiento de sí (svadhyaya), y de este modo alcanza el sublime estado de la consciencia con el Sí-mismo,el estado verdadero, o avastha. En él, la voz interior del sí-mismo sugiere la unión con Ishvara, que culmina en bhakti. Esta es la meta final del sadhana.
"Sattva-purusayoh suddhi-sumye kaivalyam iti" - Y.S. III.56
Cuando los elementos del cuerpo, de la mente y de la inteligencia se transforman, y se hallan ahora en el nivel de la inteligencia iluminativa de "el que ve", la diferencia entre kshetra (el campo) y kshetrajña (el amo del campo) se desvanece y solo brilla la percepción consciente (prajña). Esta es la perfección del sadhana.
Esto es shamana kriya del sadhana krama.
El ashtanga yoga se considera un arte (kala), una ciencia (vijñana) y una filosofía (Vedanta o prajñana).
Patanjali cubre kala, el arte de vivir, con los principios de yama y niyama. En cuanto a las asanas, por un lado, se pueden considerar hasta cierto punto un arte, y, por otro, lo mismo que pranayama y pratyahara, actúan como ciencia experimental (vijñana). Por último, dharana, dhyana y samadhi, por su proximidad al Sí-mismo, son puramente experienciales (prajñana).
"Trayam ekatra samyamah" - Y.S. III.4
Patanjali designa conjuntamente a dharana, dhyana y samadhi, como un todo integral (samyama).
"Trayam-antar-angam purvebhyah" - Y.S. III.7
Dice que los tres últimos aspectos del yoga son antaranga en comparación con los cinco aspectos o pétalos anteriores. Tengo serias razones para pensar que asana, pranayama y pratyahara deben ser bahiranga samyama, puesto que, al referirse a antaranga samyama, Patanjali agrupa dharana, dhyana y samadhi como tres aspectos en uno. Y en cuanto a yama y niyama, dado que son principios universales para la vida, esta parte representa por tanto kala, el arte de llevar una vida digna.
Estas tres secciones del ashtanga yoga provocan en el sadhaka una transformación que le ayuda a darse cuenta del nivel de yaugika que ha alcanzado en su sadhana. Además, le ayudan a rememorar los estados de consciencia más nobles y sublimes.
"Nirmana-cittani asmita-matrat" - Y.S. IV.4
La consciencia construida (parinama citta o nirmita citta) surge de la esfera del hacedor del yo, ahamkara. Cuando esa consciencia generada o construida se transforma en el más puro estado de yoidad absoluta (aham-akara), esta nueva consciencia cultivada se define como asmita o sasmita (sa: auspicioso; asmita: sí-mismo; véase también Y.S. I.17). Esto es kutastha citta o nirmana citta transformándose en divya citta.
"Sruta-anumana-prajnabhyam anya-visaya vishesh-arthatvat" - YS. I.49
Cuando se alcanza este estado, se tiene acceso a un conocimiento y sabiduría directos, totalmente diferentes y superiores al conocimiento obtenido de los libros o por inferencia o testimonio (Y.S. I.7).
"Tasya-api nirodhe sarva-nirodhat nirbijah Samadhih" - Y.S. I.51
El sadhaka elimina así todas las experiencias y sensaciones que había tenido hasta el momento, al igual que se extingue la llama en el momento que la leña -su combustible- se retira del fuego. Experimenta entonces un estado sin semilla (nirbija samadhi), y el citta purificado se transforma en "el que ve".
Este es el aspecto antaratman del yoga, o el estadio último del sadhana, en el que todas las huellas e impresiones se han evaporado de la consciencia.
Iyengar enseñando asana |
"patram pushpam phalam toyam yo me bhaktya prayacchati tad aham bhakty-upahritam ashnami prayatatmanah"
Este sloka es en apariencia muy simple. Dice: "A quienquiera que me ofrezca una hoja, una flor, un fruto o incluso agua con un amor devoto y el corazón puro, Yo lo acepto".
Estas palabras tienen relevancia para todos nosotros que, como sadhaka, somos bhaktas (devotos) del arte que hemos elegido.
Como bhakta del yoga, entiendo que el término patra, las hojas de un árbol, simboliza la mente (manas); pushpa, la flor, la inteligencia (buddhi); phala, el fruto, la consciencia (citta), y toya, el agua, el gusto o el sabor (rasa), que es ahamkara.
La última parte del versículo es muy importante para los sadhaka como nosotros, pues habla de una persona que ha eliminado completamente ahamkara de su consciencia (citta) y es por tanto impecable, sin mancha ni egoísmo, y con un corazón puro.
El dharma de citta es cintana. Cintana significa reflexionar sobre pensamientos objetivos, que pueden ser dolorosos o alegres.
Ofrecer una hoja, una flor, un fruto o agua con una disposición favorable de citta representa entregar a Dios, y Dios lo acepta con amor.
En este contexto, creo que las hojas representan la mente que oscila (como una hoja a meced del viento) a causa de las ondas de pensamiento, o bien sensuales, o bien espirituales. Si los pensamientos sensuales nos conducen a pensamientos negativos, los pensamientos espirituales nos conducen a pensamientos positivos. Las hojas se mueven según el viento; pero, a la vez, al moverse ayudan al árbol a absorber la energía que necesita para crecer sano.
La mayoría de los seres humanos no piensan en dar un giro a la mente alborotada y orientarla hacia una atención unidireccional y constructiva; sin embargo, es necesario cultivar la mente para hacerla impecable y desinteresada. Si la consciencia se recrea en los placeres sensuales (bhogartha), la vida acaba llenándose de aflicción, mientras que si, con la práctica yaugika, desviamos los pensamientos hacia la dicha eterna (apavargartha), la consciencia se transforma en un estado de sabiduría maduro, y es entonces una consciencia impecable.
Cuando logramos esto, la inteligencia florece como un árbol que da deliciosos frutos. Yo la llamo paripakva citta (consciencia plenamente madura).
Para desarrollar esta consciencia madura como fruto de jñana y karma, la mente (manas), la inteligencia (buddhi), la consciencia (citta) necesitan el agua, toyam, de ahamkara. Lo mismo que el agua corre río abajo, ahamkara (el hacedor del yo), que tiene su sede en el cerebro, debe extenderse y fluir hacia abajo a fin de nutrir la consciencia, cuya sede está en el área del corazón, haciendo así que rasa, el sabor, fluya humedeciendo citta con pensamientos de sabiduría espiritual.
Si las asanas o la respiración se ofrecen a Dios con esta mente limpia, con esta inteligencia desarrollada, un ahamkara extendido y difundido y una consciencia madura, el Señor acepta la alegría del sadhaka y participa de ella con amor. En este caso, el sadhaka no necesita ofrecer ni siquiera una hoja, una flor, un fruto o agua; basta con que, con la cabeza y el corazón puros e impecables, ofrezca un asana o una respiración.
Esto es algo que a ciertas personas, como los grandes Acharya del pasado, les ocurre relativamente pronto, pero es posible que nosotros no lo alcancemos en esta vida y necesitemos otras vidas para alcanzar ese estado.
Fuente: "El Corazón de los Yoga Sutras" B.K.S. Iyengar.
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