Una de las diferencias fundamentales entre un cuerpo joven y
un organismo senil reside en la flexibilidad del primero y en la rigidez del
segundo; en otras palabras, flexibilidad es igual a juventud.
Los practicantes de Yoga conservan una flexibilidad
inigualada hasta una edad muy avanzada.
El secreto de la flexibilidad en el Hatha Yoga estriba en la
elongación de los músculos contraídos por efecto de las tracciones lentas y
progresivas. Este estiramiento de los músculos previamente relajados constituye
una característica esencial de las asanas, que explica también porqué relajan
mejor y más pronto que la gimnasia, la que procura el desarrollo de la
musculatura somática mediante la contracción repetida de los músculos
voluntarios. Un deporte tiene mayor reputación en tanto mayor sea el número de
músculos que fortifica. Aunque la tendencia actual sea en Occidente la de
introducir fases de relax rápido en el curso de los movimientos, el conjunto, a
pesar de todo, es fundamentalmente diferente de lo que se produce en una
postura yóguica. Recordemos algunas nociones de la fisiología del músculo
voluntario (estriado).
El músculo puede encontrarse normalmente en tres estados
diferentes: en contracción, en tono y relajado.
CONTRACCIÓN
Es la fase “útil” del funcionamiento muscular, durante la
cual el músculo, al contraerse, actúa sobre el esqueleto y proporciona el
trabajo mecánico que permite efectuar el movimiento. Es la base casi exclusiva
de la gimnasia y los deportes.
TONO
El tono es el estado normal de cualquier músculo “en vigilia”,
no activo, pero listo para contraerse en cuanto le llegue una orden bajo la
forma de un impulso nervioso.
RELAJACIÓN
En este caso, el músculo está “distendido”. Es el estado de
los músculos durante el sueño y en los ejercicios de relajamiento del Yoga.
A estos tres estados hay que agregar otro –excepcional en la
vida corriente- que es el músculo estirado.
Es una situación particular y completamente diferente de las
otras tres, en el sentido de que el músculo es incapaz de estirarse por sí
mismo: el estiramiento se produce por una acción exterior. Como es sistemáticamente
utilizado en todas las asanas, es indispensable conocer bien esta propiedad
particular de los músculos, a fin de ejecutar correctamente las posturas y
comprender mejor su acción. La elasticidad del músculo es muy diferente de la
del caucho, que deja estirar hasta que se rompe. El músculo, por el contrario,
es muy extensible en su límite normal de elasticidad. Cuando éste se alcanza,
el músculo puede aún estirarse, pero lentamente. Entonces se estira, y lo hará
tanto mejor cuanto más relajado esté. Una tracción brusca sobre músculos no
relajados puede incluso traumatizarlos. Una tracción lenta, progresiva,
continua sobre un músculo descontraído no ofrece peligro; por el contrario, entraña
una serie de efectos favorables, de los que el primero es exprimir la sangre,
espacialmente la venosa. La circulación venosa depende no del impulso cardíaco,
sino de las contracciones y descontracciones alternativas de los músculos que,
al comprimir las venas, impulsan la sangre hacia el corazón. Pero solo el
estiramiento vacía el músculo a fondo. En cuanto cesa, el músculo retoma su
volumen normal y “aspira” sangre nueva que lo enjuaga, lo desengrasa y lo
alimenta.
Además, y esto explica por otra parte porqué las asanas
confieren mayor flexibilidad que cualquier otro método, cada estiramiento hace
retroceder el límite de elasticidad normal de los músculos, y por consiguiente
explica porqué el cuerpo se relaja siempre más y más.
PARA LA PRÁCTICA
Puesto que en cada asana cierto s músculos o grupos de músculos
sufren una tracción, hay que localizar la atención en ellos y descontraerlos
con cuidado antes y durante la tracción, la cual debe ser lenta y progresiva. La
Pinza, por ejemplo, ejerce una tracción sobre los músculos de la espalda y
pronto se llega al límite. Sin embargo, si espera algunos instantes relajándose
en esta posición, constatará que puede ganar algunos centímetros mediante una
tracción progresiva de los brazos. Por esta razón, los movimientos repetidos y
a tirones deben excluirse en el Yoga, ya que impiden la relajación muscular,
condición indispensable y previa en todo estiramiento.
Esta relajación del músculo, fuera del sueño, es un acto
voluntario, por tanto consciente, y por ello las asanas requieren una atención
concentrada. Cuanto viva usted las asanas, más atento y concentrado estará,
mejor se relajará y podrá estirar mejor sus músculos. Se relajará rápidamente y
sin dolor. Esta atención concentrada constituye un excelente ejercicio de
control mental y predispone para el Raja Yoga.
Fuente: “Aprendo Yoga” – André Van Lysebeth
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